En la imagen, ilustración digital de una mujer minera asturiana. Camila A. Remis Figueroa.

Laura Alonso, Camila Remis, Ángela Caldevilla.

A mediados del siglo XIX, en Asturias aún existía una economía de subsistencia y trueque. Los asturianos eran obligados a emigrar bien en la propia Asturias, o bien a otras provincias españolas y países de Europa o de América  en búsqueda de trabajo con el que mantener a sus familias. Uno de los trabajos que repercutió sobre aquella economía fue el de la minería. Cuando se comenzó a explotar las minas asturianas (comúnmente de carbón) los principales trabajadores eran hombres, ya que se consideraba una labor muy dura para mujeres y niños. Sin embargo, ellas comenzaron a trabajar en el sector minero de manera precaria y mal pagada. A lo largo de la Tercera Guerra Carlista, cuando el paro siderúrgico afectó al País Vasco, las mujeres de Laviana ( Asturias) empezaron buscando carbón ocasionalmente para sustentar a sus familias, y pronto se convirtieron en auténtico proletariado minero: en 1883 trabajaban en las minas asturianas 616 mujeres.

Tiempo después, se prohibió la entrada al subterráneo de las minas a varones menores de 17 años y a las mujeres de cualquier edad ( Reglamento de Minas de 1912), aunque muchos de los empresarios hacían caso omiso de la prohibición y seguían contratando a mujeres de cualquier edad. Algunas Lavaban y escogían el carbón, y a otras se las escondía para que pudieran entrar a las galerías mezcladas entre los hombres.

Y esto creaba una duda popular: ¿por qué meter mujeres a una mina? La respuesta es sencilla y dura: ellas no perdían jornales, no se peleaban, no bebían, eran mano de obra de la que podían prescindir sin problemas y lo más importante: ellas cobraban, por el mismo trabajo, la mitad de sueldo que sus compañeros masculinos.

En honor a las mujeres “carboneras” asturianas existen muchas obras de arte, largometrajes e incluso canciones. Pero sin duda, la obra alegórica más popular en honor de estas mujeres es la estatua de “La Carbonera “, que se encuentra en Langreo ( en 2019 comenzó su restauración), y que  muestra a una mujer minera lavando carbón, con vestimenta de la época. Estas realidades nos muestran que las mujeres también fueron víctimas directas de la situación precaria de la industria minera, tanto en Asturias como en el resto del mundo. Y también sorprende cómo han sido enterradas por la historia, a la sombra de hombres.