Sofía Mori y Natalia Valle.
La imagen fue tomada el 14 de noviembre de 1969. En ella observamos el antiguo instituto femenino de Cangas de Onís.
El edificio posteriormente pasó a ser mixto, formando parte del instituto Rey Pelayo.
Tras aparecer daños estructurales en la construcción, fue clausurado hace 6 años y finalmente demolido a principios del año 2020. En la fecha de hoy, ya no queda ningún resto del antiguo edificio.
En la parte inferior, a la derecha de la imagen, podemos observar el famoso “quiosco” en el que los alumnos, en este caso alumnas, acudían para comprar algo en la hora del almuerzo.
En aquella época, y en la gran mayoría de institutos y colegios, la educación se impartía por separado, entre chicas/chicos. Hoy, aunque no sea habitual este tipo de educación, siguen existiendo colegios e institutos que la llevan a cabo.
El motivo por el que las niñas eran separadas de los niños en el colegio -se creía y se cuenta- era debido a que la educación diferenciada permitiría atender de forma mejor a cada sexo en determinadas áreas. De esa forma se conseguiría, supuestamente, la mejora en igualdad de oportunidades.
También se creía que, por otra parte, la educación diferenciada favorecía la mejora del aprendizaje.
Según sus defensores, la separación por sexos produce una mayor homogeneidad en la clase y un ambiente más relajado. En Secundaria, sus efectos serían incluso mayores, ya que la coeducación generaría un descenso en la concentración.
Otros defensores de la educación diferenciada aprecian que la socialización de los sexos en el entorno escolar es compleja: la agrupación de muchos niños y niñas o jóvenes, de forma obligatoria, en espacios reducidos y con la supervisión de pocos adultos, dificultaría una correcta socialización.