Mª Dolores ( situada a la izquierda) con su familia en Covadonga. Finales de los 60.
Ainhoa Vallines Marques
Los tiempos cambian y con ellos las generaciones.
María Dolores es una vecina de Cabrales que nació el 11 de noviembre de 1945 en un establo al pie de Tielve.
Su infancia fue dura: iba a clase por las mañanas y al salir iba a recoger leña y después a las vacas. Vivía en una casa humilde, con una chimenea que daba más humo que calor.
Su vestimenta era sencilla: solo tenía un vestido, que lavaba cada noche para ponerlo el día siguiente; y como calzado usaba unos escarpines.
Cuando finalizó la escuela dejo los estudios: con 14 años tan solo, comenzó a trabajar en la mina Dobro, situada en Inguanzo. Su jornada comenzaba a las 8 de la mañana y finalizaba a las 5 de la tarde.
Todo el dinero que ganaba lo entregaba en casa, pues sus padres apenas contaban ingresos suficientes para mantenerla a ella y a sus dos hermanos. Cuando acababa las tareas del día, acudía a jugar a la plaza del pueblo con sus amigos. Jugaba a la corona, las canicas y a la rayuela.
A medida que iba creciendo, adquiría más responsabilidades, como cuidar de sus dos hermanos pequeños, hacer todas las tareas domésticas, ir a las cabras… Sus descansos se limitaban a una hora, los viernes, durante la que bajaba al bar del pueblo con las amigas a ver Eurovisión.
En la imagen, Mª Dolores a los 19 años.
A pesar de todo lo que vivió, solo se arrepiente de no haber hecho una cosa: estudiar Psicología. Si su situación económica o las de sus padres hubiera sido mejor, habría estudiado lo que de verdad le gustaba.
Tras la historia de María Dolores se intuye un gran cambio social y económico. Hoy, la mayoría de los jóvenes pueden estudiar y la calidad de vida es manifiestamente mejor que la de aquellos tiempos. La clave está en darse cuenta de ello y aprovechar las oportunidades.