Belén Álvarez en una fotografía tomada para un reportaje para La Nueva España. Imagen cedida por Belén Álvarez.
Entrevista a la jefa del servicio de Neurocirugía del HUCA.
Belén Álvarez Fernández, oriunda de Blimea, en San Martín del Rey Aurelio, es la primera mujer que ostenta el cargo de jefa del servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Central de Asturias.
¿Cómo llegaste a la dirección del servicio?
En el año 2017, cuando se jubiló el jefe anterior, él mismo me propuso como persona idónea para la coordinación del servicio. En un principio, la idea no me atraía, ya que siempre había pensado en dedicarme a ejercer estrictamente la profesión, más que a la jefatura. Sin embargo, tras el apoyo de amigos y compañeros, y de reflexionar sobre la posibilidad, decidí aceptar el reto y corresponder al voto de confianza que se había depositado en mí. Además, en aquel momento -y actualmente- éramos pocas las mujeres en cargos de jefatura en el Hospital, y eso también me motivó a aceptar la responsabilidad. Tras presentarme junto con otro compañero, finalmente obtuve el puesto.
¿Cuál es para ti el mayor reto que plantea la jefatura del servicio?
El cargo tiene partes buenas, por supuesto, pero también tiene sus complicaciones. En mi caso, lo que considero más difícil es la gestión humana, más que la clínica o lo económico, aunque en este último campo no participamos mucho. Configurar un equipo, con la variedad de personalidades y maneras de pensar y actuar, es lo más complicado.
¿Qué te motivó en un primer momento a escoger la especialidad de neurocirugía?
Siempre tuve clara mi afinidad con las especialidades quirúrgicas, y en el momento de comenzar con la asignatura de Neurología en la licenciatura, me fascinaron tanto el cerebro como sus patologías e infinidad de tratamientos y posibilidades. Por eso junté mis preferencias, dando lugar finalmente a mi decisión de orientarme a la neurocirugía, sin tener un claro referente previo hacia ella
¿Qué consideras lo más atractivo de la especialidad? ¿Y lo que menos?
Como en muchas otras especialidades, hay enfermedades y cirugías que tienen un carácter resolutivo, o bien son crónicas y se pueden suavizar con un tratamiento continuado, otras pueden ser resueltas con intervenciones que, afortunadamente, son efectivas en muchos casos. Sin embargo, la parte negativa radica en aquellas otras situaciones en las que, aunque los resultados de la cirugía sean óptimos, algunas patologías conllevan un final triste, sobre todo en casos de gente joven e incluso niños. Esa es la parte más difícil.
¿Siempre has tenido claro que querías dedicarte a la medicina?
Los años de instituto los recuerdo con mucho cariño. Desde mi experiencia personal, fueron preciosos. Ahora que los puedo recordar a través de los jóvenes en mi familia, los considero años muy interesantes desde el punto de vista de la formación, y que hay que aprovechar lo mejor posible. Siempre me ha gustado el estudio, no tanto como una obligación sino como algo disfrutable en cierta medida. En aquel momento ya me inclinaba hacia la rama científica, más adelante a la salud, en concreto. En el momento de terminar el instituto, ya había pensado en Medicina, aunque no conseguí entrar en la primera convocatoria y empecé la carrera de enfermería. Tuve la opción de cambiar, pero en aquel entonces lo vi muy difícil y acabé Enfermería para, posteriormente, empezar Medicina con una base y un punto de vista algo distinto, lo que me benefició.
¿Alguna vez has sentido algún tipo de discriminación por el hecho de ser mujer en el mundo universitario o laboral?
Cuando estaba estudiando no, porque estábamos en unas edades en las que la mayoría nos consideramos iguales. En el mundo laboral sí. Es verdad que llevo ya muchos años, pero cuando empecé, era mujer y joven, y siempre parece que la mujer tiene que ser enfermera, y se percibe con menos naturalidad que seas médica; en algunas circunstancias se nota un poco esa discriminación. Pero en la cercanía, en el ejercicio de la profesión, nunca he tenido problemas: ni haciendo la especialidad, ni cuando trabajé en el Hospital de León, ni cuando volví a Oviedo. Aunque algunas actitudes hacia mi sí que fueron paternalistas, más que discriminativas.
Como acertadamente menciona Belén, el número de mujeres en cargos elevados en el ámbito de la sanidad (y en muchos otros) es menor que el número de hombres. Según un estudio de Vicente Matas (1), el 66,0% del personal del MIR son mujeres, y en Neurocirugía el porcentaje de mujeres es del 41,2%. En cambio, según un artículo de la revista Forbes, en el que se publicó un listado de los 100 nombres más reconocidos del panorama sanitario español, y en 24 especialidades, menos del 20% de esta lista eran mujeres.
INFORMADORA: ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, Belén, 51 años. Jefa del servicio de Neurocirugía del HUCA, Oviedo.
(1). Extraído de la web ConSalud.es