De izquierda a derecha: Julio Prieto Díaz, Cándida Alonso Díaz, Pepe, taxista de Panes (y de apellido Abascal, según recuerdan los informadores), María Josefa Sánchez Álvarez y Luis Borbolla Espina en una de sus paradas en Francia en su viaje de regreso a España en 1968. Imagen cedida por María Josefa Sánchez.

Historia y recuerdos del trayecto de ida

Marta Herrero, Iker Garmilla y Antonio González.

El martes 1 de diciembre de 1964, María Josefa Sánchez y su marido Luis Borbolla partían hacia Alemania. Dejaban atrás a su familia y a su hija Josefina, que ese mismo día cumplía un año de edad, con la esperanza de encontrar un trabajo en el extranjero y así poder sacar a su familia de la miseria, pues la situación en España hacía imposible el hecho de encontrar sustento y acabar con el hambre. La única opción era emigrar.

Luis, de 26 años, y María Josefa, de 19, salieron aquel frío martes de Arenas de Cabrales en un taxi conducido por Pedrito «el del Auseva», taxista oriundo de Cangas de Onís, actualmente jubilado.

De izquierda a derecha: Cándida Alonso Díaz, Pepe, el taxista, María Josefa Sánchez Álvarez, Luis Borbolla Espina y Julio Prieto Díaz en una parada para comer en algún punto de Francia. Imagen cedida por María Josefa Sánchez.

Su hija, Josefina Borbolla, quedaba durante el día al cuidado de sus abuelos paternos, mientras que por la noche dormía en casa de sus abuelos maternos, que pasaban todo el día en el monte cuidando al ganado, lo cual les proporcionaba algo que llevarse a la boca.

El trayecto de ida les costó tres mil pesetas y duró cerca de dos días. Hicieron varias paradas en Francia a lo largo del viaje. La situación no permitía a la pareja alojarse en ningún sitio para dormir durante el trayecto, así que tuvieron que descansar en el coche, parando en algún arcén de las carreteras francesas. Llevaban comida de casa para el viaje: tortillas, embutido, pan y agua.

El taxi les dejó en una zona de la frontera holandesa con Alemania, donde pudieron cruzar como turistas y sin maletas gracias a la ayuda de unos jóvenes que se encontraban en su misma situación. Ocho días después de su entrada en Alemania, llegó a la casa en la que se alojaban el taxista con las maletas de cartón. Sin ningún tipo de contrato que justificase o les permitiera pasar legalmente a Alemania, no podían arriesgarse a ser descubiertos en las fronteras con todo el equipaje dentro del taxi.

«En las fronteras, unas veces no te registraban mucho, pero otras veces te desdoblaban hasta los calcetines. Depende de si tenían sospecha de alguna cosa. Por suerte, a nosotros nunca en la vida nos pasó nada.»

María Josefa Sánchez
  • INFORMADORES:
    • SÁNCHEZ ÁLVAREZ, María Josefa, 76 años. Vecina de Arenas de Cabrales, jubilada.
    • BORBOLLA ESPINA, Luis, 83 años. Vecino de Arenas de Cabrales, jubilado.