Fotografía de la agenda de Luisa Borbolla. I.G.

Historias y anécdotas de dos mujeres taxistas en el oriente asturiano.

Marta Herrero, Iker Garmilla, Antonio González.

En febrero de 2002, Luisa Borbolla se convirtió en la primera mujer taxista del concejo de Cabrales. Durante los más de tres años que la cabraliega ejerció como taxista, fue muy rigurosa con su organización. Luisa planificaba todos sus viajes y anotaba los trayectos que le surgían en una agenda que aún conserva. En ella apuntaba el día del viaje, el trayecto, las paradas, el nombre del cliente, los kilómetros totales del recorrido y el coste.

Luisa realizó diferentes viajes tanto dentro como fuera de Asturias, y que recuerde, su viaje más largo fue hasta el aeropuerto de Barcelona. En algunas ocasiones realizaba asistencias para Aseguradoras: la llamaban para trasladar hasta sus domicilios o hasta algún taller a personas que, por ejemplo, habían sufrido un accidente o avería.

Durante sus años de taxista, Luisa vivió situaciones de todo tipo, y guarda muy buenos recuerdos de esa época, aunque también pasó por momentos tensos. Recuerda que un día la llamaron de un bar pidiéndole que fuera a buscar a un hombre para llevarlo a su casa. El «cliente» estaba borracho y faltó a Luisa al respeto en reiteradas ocasiones, e incluso se negó a pagarle el viaje una vez en su casa.

Por otro lado, hace más de veinte años, Araceli Crespo, oriunda de San Juan de Beleño, comenzaba su carrera como taxista en el concejo de Ponga. Su marido contaba con dos licencias, y una de ellas había quedado libre. Araceli decidió que aceptarla sería una buena manera de ofrecer un servicio a Ponga a la vez que una gran opción para no tener que marcharse del concejo en busca de otras oportunidades laborales.

A pesar de que el sector del taxi siempre ha estado más asociado a los hombres y de que se ha dicho, muchas veces y desacertadamente, que es porque las mujeres conducen peor, Araceli nunca sintió ningún tipo de discriminación y siempre recibió muy buen trato por parte de sus compañeros. Cuando comenzó, la presencia de una chica joven con un taxi sorprendía bastante y resultaba curioso a ojos de otros taxistas más veteranos.

«Hoy hay más mujeres taxistas que cuando yo empecé, y esto me alegra mucho. Antes, los padres que contaban con una licencia que quedaba libre eran muy reacios a dárselas a sus hijas, pero esto poco a poco va cambiando. Cada vez más mujeres aceptan y buscan por ellas mismas una licencia de taxi.»

Araceli Crespo

La pandemia también ha supuesto un cambio para los taxistas, Araceli reconoce que la gente no realiza viajes en taxi tan a menudo, o que con un solo viaje aprovechan para hacer más cosas en un solo día, ya sean recados, compras o visitas.

De lunes a viernes, Araceli y su marido realizan las rutas de transporte escolar de los niños y niñas ponguetos. Por la mañana recogen a los niños de Abiegos, Sobrefoz, Sellaño, Tanda y Carangas, y los llevan hasta la escuela de San Juan de Beleño. A mediodía los recogen a la salida del colegio y los llevan de nuevo a sus pueblos. También realizan un servicio de taxi recogiendo a los chicos y chicas de Abiegos y Sobrefoz para llevarlos hasta el cruce de Retertoriu, donde cogen la línea de autobús hasta el Instituto de Cangas de Onís. El resto de sus viajes no son tan rutinarios, la organización puede ser a veces impredecible, pues los trayectos a realizar suelen depender de una repentina llamada de teléfono.

Araceli es la única mujer taxista del concejo de Ponga y está encantada con su trabajo; la única pega que pone es el estado de abandono de algunas carreteras ponguetas, como la que comunica los pueblos de Sobrefoz y Abiegos con el cruce del puente de Retertoriu.

  • INFORMADORAS:
    • BORBOLLA SÁNCHEZ, Luisa María, 46 años. Cuidadora infantil, vecina de Arenas de Cabrales.
    • CRESPO DE DIEGO, Araceli, 42 años. Taxista, vecina de San Juan de Beleño (Ponga).