Documentación de archivo familiar. A:V.M.
Ainhoa Vallines Marques.
El 17 de Julio de 1936 se inició en España una «guerra civil», cuando los generales Emilio Mola y Francisco Franco protagonizaron la sublevación que buscaba derrocar el Gobierno de la República, elegido democráticamente. La guerra dividió el país en dos bandos: el bando izquierdo (conocido como «el de los rojos o comunistas») y el de derechas (conocido como «el de los fachas o fascistas»).
Los dos bandos tenían una gran rivalidad, pues defendían posiciones totalmente opuestas. Las derechas se inclinaban hacia un gobierno totalitario, y su objetivo era evitar que el comunismo avanzara en España y en el resto de la Europa occidental. Por su parte, la izquierda defendía la igualdad y estaba en contra de las dictaduras.
Fernando Vallines Palacios vivió en primera persona el conflicto. Se unió al bando de la izquierda pues compartía sus ideales. Los tres años que duró la guerra fueron los peores para él: le generaron traumas y nunca volvió a ser como antes. Combatió en numerosas batallas y se ganó una reputación, siendo ascendido a sargento en Pola de Siero. Según alega su hijo José Manuel Vallines, su padre tuvo que combatir contra amigos, vecinos y familiares, lo que alteró su salud mental, pues de un día para otro, las personas cercanas se convertían en enemigos y los enfrentamientos eran a vida o muerte.
En 1939 se declaró el fin de la guerra, siendo el bando ganador el franquista. Debido a que Francisco Franco impuso una dictadura, 465.000 españoles republicanos se vieron obligados a exiliarse. Huyeron principalmente a México, Francia, Argentina y la Unión Soviética. Y los pocos republicanos que se quedaron viviendo en España se vieron obligados a renunciar o a esconder su opinión política, pues de lo contrario podrían haber sido fusilados o encarcelados. Fernando Vallines decidió quedarse en España debido a que aquí tenía a su familia, aunque por vivir en un pueblo pequeño (Carreña de Cabrales), donde todos se conocían, sabía que en cualquier momento «la autoridad» iría a por él para encarcelarlo. Pese a ello decidió quedarse y cuidar de su familia el tiempo que le fuera posible. Quemó todos los documentos que lo relacionaban con las izquierdas (cartas con sus familiares y amigos escritas durante la guerra), pero sus familiares consiguieron salvar algunos, que actualmente conservan.
Meses después de que finalizase la guerra, se encontraba con su familia en una cabaña que poseían cerca de Benia. Mientras desayunaban alguien picó en la puerta de manera reiterada e intensa; al abrir, unos guardias civiles irrumpieron en la estancia. Buscaban a gente del bando rojo que se escondía en los bosques, para evitar ser fusilada o encarcelada. Se lo llevaron detenido, como a tantos otros “emboscados”, y la sentencia que recibió fue de fusilamiento, pues el rango de «sargento» lo propiciaba.
Su familia, ante la noticia, decidió buscar una solución. Conocían al responsable de tramitar las órdenes de fusilamiento y lo amenazaron de muerte si firmaba la orden. Debido a la presión recibida, la condena fue revisada, y finalmente lo llevaron a Vigo (Figueirido), destinado a labores forzadas junto a otros presos. La condena fue de 30 años y un día.
Su afición, en la cárcel, era hacer anillos para su mujer y su hija, que actualmente constituyen una herencia familiar. Su estancia en la cárcel se vio reducida por buen comportamiento, y tras cumplir seis años de condena, finalmente fue libre.
Sus hijos recuerdan la historia de su padre con tristeza: un hombre joven, con ilusiones, que vio su vida truncada por un conflicto político. Fernando Vallines falleció en 1993 debido un a infarto.
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Informante: Jose Manuel Vallines Herrero. Jubilado de Carreña de cabrales.