Vicenta Aller Mejido, 1975, Asturias, autor desconocido.

Sheila Noriega, Adriel Gómez, Almudena Recuero y Diego González.

Vicenta Aller Mejido, una mujer de 74 años, nació en el concejo de Aller, concretamente en Moreda, en un edificio destinado a los mineros. Ella era la pequeña de cuatro hermanos y, con tan solo 6 años, vio como los hombres de Francisco Franco venían a asesinar a su padre minero que se escondía en un sótano, pero antes de que lo encontrasen, apoyó la boca de una pistola cargada en su sien y, nada más abrir la trampilla, apretó el gatillo suicidándose. La madre de Vicenta, una mujer viuda y con 4 hijos, tuvo que salir a trabajar, aunque por ser viuda de un minero recibía bastantes ayudas. Además de la paga de viudedad contaba con algunos apoyos para que sus hijos pudiesen estudiar en la Universidad Laboral, que en ese entonces admitía a los niños huérfanos de mineros. También tenían tarjetas para el economato (un establecimiento con comida más barata de lo normal).

Vicenta, a los 14 años, emigró a Alemania en busca de dinero para ayudar en casa. Allí se encontraba ya una de sus hermanas y su cuñado, por lo que le fue un poco más llevadera la estancia. Buscó trabajo en todas las empresas que pudo, pero en ninguna la aceptaban por su corta edad, así que volvió a España. Allí no pintaba nada si no podía trabajar.

Al volver a España, ayudaba en casa con el ganado que su madre tenía. Si hacía falta, sacrificaba alguna para comer: esa era la única forma de tener asegurada la comida. Tras cuatro años en España, volvió a emigrar, pero esta vez a Francia; allí se encontraban otra hermana suya con su respectivo marido. Esta vez tuvo suerte y consiguió entrar a trabajar en una fábrica de relojes.

En Francia le fue bien. Vivía en un barrio que contaba con muchas personas de origen asturiano, así que hizo amistades. Al llegar le dieron un libro para aprender francés y una amiga francesa le ayudó. Además de la fábrica de relojes, también estuvo trabajando en los peajes de las autopistas y en una fábrica de piezas de avión. Recuerda con mucho cariño la fábrica de relojes: allí cantaba en español canciones de Antonio Molina y Manolo Escobar mientras trabajaba, lo que a su jefe le gustaba mucho. Un día su madre había enfermado, y ella dejo de cantar. El jefe, preocupado, le preguntó que por la razón de su silencio; Tras explicar la situación, el jefe le dio una semana libre para ir a acompañar a su madre, que finalmente falleció.

Con 18 años, a través de su amiga francesa, conoció a Francisco Noriega, un joven del oriente asturiano, que más tarde sería su marido. Dice que fue un flechazo, y realmente lo fue, porque a los nueve meses de noviazgo contrajeron matrimonio, y un año después, nacería su primer hijo por cesárea, y 10 meses después, el segundo.

Vicenta Aller Mejido y Francisco Noriega Rojo, Francia 1972 Autor desconocido.

A los ocho años de nacer su último hijo volvió a España, otra vez a su tierra, Asturias, esta vez con su marido. Como no encontraron trabajo, empezaron en el sector ganadero consiguiendo hacer uno de los mejores quesos Cabrales del puerto… hasta que la consejería empezó a exigir naves y demás requisitos que dificultaban el proceso. Sus hijos estudiaron en el colegio de Las Arenas de Cabrales y en el colegio Reconquista de Cangas de Onís, residiendo durante la semana en el internado.

En el centro, la casa en que vivían. Routel, Bensancon, Francia. Vicenta Aller.

Vicenta, fue toda una referencia en el Concejo. Al venir del país de la moda, trajo las minifaldas a Cabrales, siendo la primera mujer en usarlas en la zona. Recibió muchas críticas por ello, pero eso no hizo que dejara de usarla. Dos años después comenzaron a llevarlas el resto de mujeres.

A los 65 años de edad, ella y su marido dejaron el ganado, jubilándose con una pensión mínima. Hoy, con 74 años, se ve afectada por la misma enfermedad de su madre (enfermedad desconocida, que obliga a una silla de ruedas) pero no deja de sonreír ni de contar sus historias de joven, aunque suele decir que está «como una casa cayendo» o «tirando«. Ella se encuentra feliz, orgullosa de todo lo que hizo en solitario y con su marido, y dice que no cambiaría nada de su pasado porque, si llegó a donde llegó, se debe a todo lo recorrido.

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  • Toda la información ha sido obtenida del testimonio Vicenta Aller Mejido.