María Eugenia Sánchez en la casa en la que nació, Santianes de Tornín (2023).

Nadia Rodríguez Coviella.

Felicidad Pérez, al igual que otras muchas mujeres, se dedicaba a ir de pueblo en pueblo ayudando a las mujeres a dar a luz. Cuando una mujer se ponía de parto, las personas de su entorno iban hasta la casa de Felicidad en Dego, y ella se desplazaba hasta el lugar caminando o a caballo. Trabajó principalmente en la zona de Santianes de Tornín y Dobra, donde ayudó a nacer a tres de sus nietas, dos de ellas en el domicilio familiar y la última en el molino que regentaba su yerno. La mayor, vivió con Felicidad y su hija Sofía hasta los seis años.

«Yo veía a mi güela marchar con prisa y no sabía a dónde iba, de aquella a los críos no nos hablaban de esas cosas».

Dice María Eugenia Sánchez, que si no fuese por la edad que tenía en el momento, hubiese aprendido el oficio de su abuela.

En Tornín había también otra matrona a la que se le conocía como «La Carmela», contemporánea de Felicidad. Se desplazaba asimismo por la zona de Avalle hasta Vis. Tras morir la primera, ella continuó su labor y colaboró en el parto del resto de hijos de María Luisa Pilar, hija de Felicidad.

Otra mujer que atendió partos mucho antes que las dos citadas fue Consuelo, oriunda de Tornín, que ayudó a nacer a Marina Pérez.

En esa época a dichas mujeres se les llamaba «entendidas», y no importaban ni la formación ni la experiencia, sino quién se encontraba más cerca de la parturienta. Sin contar con un sistema de comunicación instantánea, un medio de transporte rápido o instrumental sofisticado, lograban traer niños al mundo. Aunque antiguamente el papel de las mujeres era quedarse en casa y cuidar a sus propios hijos, este oficio rompía definitivamente con ese ideal, ya que prácticamente sólo las mujeres se dedicaban a ello. Hoy, el trabajo de las matronas podría resultar chocante e incluso desagradable, pero la realidad es que gracias a ellas muchas madres lograron formar una familia, y al mismo tiempo ellas mantenían a la suya. Afortunadamente, ahora contamos con más conocimientos y medios, y es obligatoria una extensa formación para trabajar como partera; sin embargo, no debemos olvidar la figura de la matrona rural, que tanto hizo por las mujeres.

FUENTES:

•Testimonio oral de María Eugenia Sánchez.

•Testimonio oral de Marina Pérez.