Miembros de el Bando de la Magdalena embarcando (h.1889). Imagen: Libro La Magdalena, 2020.
AAC. La Salea, propia de las fiestas de Llanes y de los puertos cántabros, es un homenaje que los magdalenudos le hacían a Santa María Magdalena. En 1889 tuvo lugar la primera Salea en Llanes, con total éxito, pero no en las fechas en que más tarde pasaría a realizarse. A partir de esa década, el bando de La Magdalena comenzó a hacerla año tras año.
La Salea estaba encabezaba por la barca capitana, en la que iban dos capitanes, uno a cada extremo del barco y ambos con banderas blancas. Además, iban entre 12 y 16 mujeres, la mitad casadas y la otra mitad solteras, cada grupo a un lado de la barca. Por último, debían ir alrededor de 14 remeros, todos ellos de blanco y con un lazo en cada manga. Asimismo, los capitanes debían vestir sus trajes, pues la vestimenta era muy importante.
Antes de embarcar, se realizaba una marcha dirigida hacia el muelle. Estaba encabezada por los capitanes, seguidos de las niñas del bando, que eran las encargadas de transportar palomas blancas que serían soltadas a lo largo de La Salea. Las mujeres del bando iban al final de la marcha junto a los jóvenes, desfilando al ritmo de El Magdaleno. Al llegar al muelle embarcaban.
“Ya vamos a embarcarnos
con alegría
que navegar queremos
en este día.
Que es mi capitana
la Magdalena.
Nos espera la lancha
en la ribera
y crece el entusiasmo
con la Salea.
¡Viva la Magdalena
que ella nos guía!”
Además de la barca capitana, había otras embarcaciones en las que podía subir la gente del bando. Todas las barcas y lanchas estaban recién pintadas y adornadas con guirnaldas de laureles.
“Marineros remadores
y capitanes bizarros,
nos deis por favor pedimos
la mano para embarcarnos.”
La Salea salía del muelle y recorría toda la ría. En todo su trayecto se encontraban unos 30 o 40 escopeteros, encargados de disparar conforme pasaba la barca capitana. Durante toda La Salea sonaban los disparos, excepto a la altura de El Sablin, donde se hacía una parada para brindar y festejar. Al llegar al centro de Llanes, donde está situado el puente, ambos capitanes gritaban un alto y claro: “Viva la Magdalena”. Conforme la marea iba bajando, la fiesta iba llegando a su fin. Se volvía al muelle, donde al desembarcar se realizaban los bailes del bando.
“¡Ay marinero por tu bizarría
dejar queremos la lancha y la ría!
¡Ay diga, ay diga lo que quería!
Dejar queremos…
Arrima arrima al muelle la lancha,
¡ay marinero que ya estoy mareada!
Quiere la linda volver a la playa.
¡Ay marinero…
¡Ay marinero, sácame del agua
No muera yo de muerte tan amarga!
¡Ay diga, ay diga la niña blanca!
No muera yo…
¡Ay diga, ay diga la niña amada!
no muera yo de muerte tan amarga.”
Durante todo el recorrido, se iban entonando los cantares propios de la Salea.
Desde la época de la Guerra Civil, no es posible ejecutar una Salea debido a los problemas que tuvieron lugar entre esos años. Actualmente, nadie recuerda qué o quién fue el desencadenante y no se tiene ningún escrito que lo fundamente.
«Recuerdo como mi vecina Chelo me contaba que siempre se había dicho que aquel año, todos los que iban de blanco acabaron rojos, llenos de sangre» (1)
A pesar de ello, todos los años, el sábado posterior al día 22 de julio, se entonan los cantares que las mujeres del bando de La Magdalena recitaban a lo largo del trayecto en aquel entonces.
(1): Herrería Galguera, Esther; 53 años. Antigua vecina de Llanes.
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Fuentes orales:
- Alonso Martínez, Ana Pilar; 49 años. Vecina de LLanes.
- Herrería Galguera, Mónica; 49 años. Antigua vecina de LLanes.
- Herrería Galguera, Esther; 53 años. Antigua vecina de Llanes.
- Pumares, Manolo; 64 años. Componente del Bando de la Magdalena.
Fuentes escritas:
- Libro La Magdalena 2006.
- Libro La Magdalena 2020.