Esteban Fernández en Sames, Amieva. h 1960.

Yanira García y Alba Fernández. Una vez más, la fotografía sirve como auxiliar a la hora de preservar la historia y, a menudo, incluso los recuerdos. Con esta imagen en particular nos asomamos a un pasado cercano que, aún así, se distingue de nuestra realidad en muchos aspectos.

Aunque en ocasiones pasan desapercibidas, no es necesaria una conversación muy larga con nuestros mayores para descubrir las numerosas diferencias entre nuestra infancia y la de ellos. El protagonista de nuestra fotografía, Esteban, era un niño como cualquier otro en el pueblo, acostumbrado desde corta edad a participar en las actividades del campo junto a su familia, algo que ahora es poco visto pero que entonces era necesario y generalizado en las familias del ámbito rural.

“Mi padre estaba acostumbrado a trabajar desde niño; y en cuanto yo fui capaz de caminar por mi mismo empecé a salir con el también”

Esteban Fernández, hijo del fotografiado.

Vemos retratado en la fotografía a un niño y su guadaña, delante de su casa, en una plaza del pueblo que, con el tiempo, ha cambiado casi tanto como lo ha hecho nuestra sociedad, pero que todavía conserva -en pie- la casa de Esteban, ya en manos de la siguiente generación como tantas otras. Hay quien no da mayor importancia a la conservación de las propiedades familiares, pero realmente son ellas las que enriquecen nuestro patrimonio, y no tanto por su valor económico como por su valor sentimental e histórico.

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Fuentes:

Sánchez Amelia, oirunda de Sobrefoz, mujer del fotografiado. 81 años. Comunicación personal.
Fernández Sánchez Esteban o “Estebanin”, hijo del fotografiado. 46 años. Comunicación personal.