«La Herba»
Proceso de elaboración de la herba
Javier Rojo y Saúl Díaz
Durante el verano los ganaderos cabraliegos van a «La herba», es decir, recogen la ceba para el ganado, tras el proceso de maduración.
La herba se puede procesar en pacas (fardos) o en rollos (bolas); ambos procedimientos de prensado son muy parecidos.
Primeramente, los ganaderos tienen que segar la hierba con el tractor o con la segadora en su mayor parte, si el terreno lo permite, pues en muchos lugares hay que recurrir a las desbrozadoras de mano o a la guadaña (cada vez más en desuso).
Las bolas pueden ser de dos tipos: de hierba sin curar o curada. A la hierba, para que cure, hay que darle una vuelta, si el tiempo acompaña; si no fuera así, habría que darle vueltas adicionales para que seque.
En las bolas de hierba sin curar (en verde), se recoge el material directamente en camas (hierba agrupada para que la recoja el tractor), aunque en es recomendable dejarla secar un día aproximadamente. Y posteriormente, se prensa con la emboladora.
Por último, los ganaderos tienen que envolver las bolas ya terminadas con la encintadora, para protegerlas del mal tiempo mientras estén al intemperie. Si son curadas no es necesario encintar siempre que se metan bajo techo, pero en las no curadas es imprescindible.
La otra opción es empacar, un proceso parecido al de las bolas secas pero con otro tipo de máquina, la empacadora en lugar de la emboladora. Tras haber hecho los fardos se deben recoger con el tractor y el remolque y llevarlos al «h.enal».
Antiguamente el proceso era más complicado ya que no se disponía de maquinaria y debía hacerse todo a mano. Ello hacía que el proceso fuera más lento e implicaba una menor producción de hierba.
Tenían que usar palas de dientes, praderas (rastrillo para «atropar»), guadañas, etc. La hierba se recogía en «sábanos» que tenían que llevar a la espalda, con el desgaste físico que conllevaba, o en cargas, apretadas con cuerdas que se tendían en el suelo.
También se almacenaba directamente, con la madera, en montones pequeños (balagares) o de mayor tamaño (varas o palancas)
Fuente: Amador Rojo, Fernando José Díaz