El río Gueña, a su paso por Cangas de Onís.

Edurne del Dago y Marta M. Cadenaba.

Ana, la protagonista, decide acudir a una fiesta con sus amigas. Eran tres: Elena, María y Cristina. También estaba José que era el chico que le gustaba. En la fiesta, todos estaban bastante mal y nadie se estaba dando cuenta de lo que estaba por pasar. Ana se empezó a encontrar mal y supo que era el momento de entregarse al agua pues se habían anunciado grandes lluvias para los días siguientes en el pueblo de Orihuela. 

Ana se fue sin despedirse justo antes de que empezara a llover. Tras entregarse al agua, empezó a llover y todo el mundo proseguía de fiesta. Al día siguiente, el pueblo estaba inundado y nadie se percataba de lo que había pasado con Ana. 

Ninguna de sus amigas -ni su novio- sabían por qué ella le tenía miedo al agua, ni por qué se quería ir del pueblo, pues ella sentía que al estar enamorándose de José iba a ser atrapada por el agua. Ana hablaba mucho con su abuela sobre el tema porque sabía que lo de «sentir el agua dentro» de su cuerpo venía de familia. A su abuela le había pasado a raíz de la relación con su abuelo y le transmitía su propia experiencia.

Antes de las predicciones de grandes lluvias, Ana ya sabía que en cualquier momento iba a ser ella la que habría de entregarse al agua.