Una parte del Valle de Ardisana. Autor desconocido

Jose L. Bulnes Vega y Gabriel Emil Doana.

Únicamente había llagares en las casas de un nivel económico alto. Por ejemplo, eran habituales en las de los indianos que retornaban al pueblo. Las familias que disponían de llagar lo prestaban a quienes no dsiponían de él, habitualmente a cambio de una parte de la producción. Pero no había nada por escrito ni resultaba necesario, se trataba de una costumbre.

La familia que hacía uso del llagar estaba comprometida a retirar la caspia (el resto de las manzanas después del prensado) Y de dejarlo limpio para el siguiente en utilizarlo. Normalmente la familia propietaria del llagar les permitía mayar por orden de demanda, dejando alrededor de una semana para la tarea.  

Era habitual, cuando se realizaba la matanza del cerdo, probar la primera sidra que se obtenía, una sidra que aún estaba dulce y que después se almacenaba en las barricas. Posteriormente, se embotellaba para su consumo a lo largo del año. 

La sidra dulce se consumía también cuando se escapullaba (proceso de quitarle la hoja al maíz para luego hacer ristra y curarlo).

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Fuente: Jose L. Bulnes Alonso