Unas manzanas. M y J.
Mara Alonso y Jacqueline Acosta.
Según la tradición bíblica, Adán y Eva comieron el fruto prohibido en el Jardín del Edén. La manzana en la historia de la creación ha tenido un fuerte simbolismo y muchas interpretaciones a lo largo de los tiempos. Dios prohibió que Adán y Eva tomasen el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. Eva desobedeció estas órdenes y junto con Adán comieron la manzana. Ambos sufrieron en consecuencia el ser expulsados del perfecto Jardín del Edén y fueron condenados a vivir en un mundo cruel y lleno de dificultades.
¿Era «el fruto prohibido» una manzana realmente? En La Biblia nunca se menciona que la fruta se trate de una manzana; más bien es una interpretación cultural y artística que se ha mantenido a lo largo de la historia representada así por artistas, historiadores o escritores. Existen diferentes teorías sobre por qué se ha escogido la manzana para representar el pecado. Una de ellas puede deberse a la confusión en la traducción de La Biblia del hebreo al latín. Se cree que cuando Jerónimo de Estridón tradujo «El Libro», pudo haber un desajuste entre las palabras latinas «malus» que significa «mal» y «malum» que significa «manzana», y por eso se asocia a la manzana con el pecado o la tentación.
En la cultura occidental, la manzana ha quedado asociada con la idea del pecado original y la fragilidad humana. Sin embargo, también puede ser interpretada como símbolo de tentación al conocimiento y a la capacidad de tomar decisiones propias. Es interesante como un simple fruto puede tener un significado tan profundo en una historia tan importante.