Diversos utensilios de un llagar casero.

Javier Rojo y Saúl Díaz

La sidra es una bebida alcoholica elaborada a partir de manzanas. Su elaboración es una tradición que se lleva realizando desde hace milenios y, en los pueblos, se destina habitualmente al consumo propio. Lo que no evita un trabajo meticuloso hasta llegar al producto final, como el cuidado de los manzanos o la recogida y selección de las piezas. Antiguamente, sobre todo en las aldeas, era común elaborar sidra en casa y había llagares en todos los lugares. Actualmente ya no son tan frecuentes.

La elaboración de sidra casera consta de varias etapas. La primera es la recolección de la materia prima, las manzanas. Lo normal es que el elaborador cuente con una o varias pomaradas (fincas con manzanos), y que para la recogida congregue a familiares, amigos y vecinos. Entre todos, se recogen una a una las manzanas del suelo y, para las que permanecen en el árbol, se hace uso de pértigas o se agitan las ramas para que el árbol suelte las manzanas.

Una vez recolectadas, las manzanas se llevan al llagar, donde es recomendable lavarlas primero con el objetivo de quitarles la tierra u hojas que puedan acompañarlas. Una vez bien lavadas, es momento de picarlas. En la actualidad, el picado se hace a máquina, a la que solo hay que echarle la manzana y ella las pica automáticamente. Antiguamente, esto lo había que hacer con un »mayu» (mazo de madera de mango largo que se empleaba para machacar la manzana).

Una vez picada la manzana, hay que echarla al llagar, donde una vez lleno se procede al prensado. Para ello se disponen tablones entrecruzados y sobre ellos, mediante un torno, se va apretando suavemente para prensar la masa de manzanas con el objetivo de que vaya expulsando la sidra. Toda la sidra recogida se deposita en barricas, que antiguamente eran de madera de roble y, en la actualidad, son bien de plástico o bien de acero inoxidable.

La sidra hay que dejarla fermentando durante 2 o 3 meses, tiempo en el que hay que »cebar» las barricas (reponer la sidra que va expulsando mientras hierve), y también »trasegar» cuando acabe de hervir (cambiar de barrica la sidra).

Una vez finalizada esta etapa, llega el momento de embotellarl (meter en botellas la sidra). Hoy existe un complejo instrumental que facilita el trabajo; por ejemplo, una maquina que, llena de sidra, es capaz de cargar cuatro botellas a la vez, y en menos tiempo que con el método tradicional, consistente en cargar las botellas de una en una directamente de la llave de la barrica.

Para corchar las botellas no hubo grandes avances: se emplea exactamente la misma maquina que se usaba antiguamente, un dispositivo al que le metes el corcho y, poniendo la botella debajo, una palanca empuja con fuerza hacía abajo y mete a presión el corcho en la botella.

Terminado el proceso, la sidra ya está lista para el consumo.

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Fuentes: Amador Rojo